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MEDIO PLANETA A LAS URNAS

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Millones de votantes acudieron a las urnas a inicios de este mes. A la izquierda, en Bangladés; a la derecha, en Bután. Monirul Alam/EPA, vía Shutterstock; Money Sharma/Agence France-Presse — Getty Image.

Por Elda Cantú
Senior News Editor, Latin America

Este 2024 se perfila como el año de mayor actividad electoral en el mundo: están previstos más de 80 comicios importantes, la mayor cantidad en, al menos, las siguientes dos décadas.

Esto significa que, en el transcurso del año, unos 4000 millones de votantes tendrán en sus manos algún tipo de decisión para incidir en el futuro de su país, según algunos cálculos. Es casi la mitad de los habitantes del planeta.

Solo en América, se prevé que electores en El Salvador, Estados Unidos, México, Panamá, República Dominicana, Uruguay y Venezuela acudan a las urnas para elegir a sus mandatarios.

A pesar de que este intenso ejercicio electoral podría parecer un indicio positivo para la democracia, algunos expertos aseguran que hay motivos para preocuparse. Por todo el mundo han surgido desafíos a este sistema político: grandes migraciones, conflictos internacionales, crecientes brechas económicas, polarización.

“Casi todas las democracias están bajo estrés, sin tomar en cuenta la tecnología”, dijo en un artículo reciente Darrell West, investigador del Instituto Brookings. “Cuando a eso le sumas la desinformación, simplemente se crean muchas oportunidades para causar problemas”.

Entre esos problemas se encuentran los esfuerzos para “desacreditar la democracia como modelo global de gobernanza”, escribieron los reporteros Tiffany Hsu, Stuart A. Thompson y Steven Lee Myers. Además observaron que cada vez hay más actores que impulsan narrativas de fraude electoral con este fin.


México es uno de los países que va a tener elecciones presidenciales este año.

Las divisiones sociales, las guerras culturales y la polarización también sirven como terreno fértil para la propagación de discursos extremistas y de odio en distintas plataformas, lo que, a largo plazo, socava la capacidad de superar las diferencias y formar gobiernos de unidad.

Más allá del plano de las votaciones, la institucionalidad es crucial para el buen funcionamiento democrático. En una columna reciente de The Interpreter, Amanda Taub reflexiona sobre sus virtudes y retos.

Las instituciones, escribió Amanda, “existen para que los procesos complejos puedan automatizarse, para que grandes grupos de personas puedan colaborar sin tener que crear nuevos sistemas para hacerlo y para que personas como yo podamos confiar en su pericia sin poseer ni un ápice de esa experiencia”.

Sin embargo, continúa, en los últimos años se ha registrado un deterioro institucional que pone en riesgo la gobernabilidad en numerosos países.

Apenas este fin de semana, Guatemala vivió horas de zozobra ante la incertidumbre de si Bernardo Arévalo podría asumir la presidencia. Arévalo ganó la segunda vuelta de las elecciones con 20 puntos porcentuales de ventaja y, no obstante, enfrentó diversos esfuerzos para impedir que tomara posesión del cargo. En la madrugada del lunes, después de un retraso, Arévalo fue juramentado.

Sin embargo, los obstáculos que enfrentó por parte de sus opositores se generaron mayormente por la vía institucional. “En el siglo XX eran golpes de fuerza con tanques, bayonetas, con militares y duraban dos o tres días”, comentó Arévalo el año pasado en un reportaje del Times. “Los golpes del siglo XXI son dados con diputados, con abogados, en las cortes, se hacen así”, dijo. “Es más sofisticado, tarda mucho más tiempo, se hace con la pretensión de que se continúa con las instituciones”.

En todo el mundo hay indicios de este tipo de erosión. En Estados Unidos, Francia e Israel, por ejemplo, se ha observado una tendencia de los distintos poderes de gobierno a desafiar los límites constitucionales. En Hungría, Viktor Orbán ha reconfigurado la Constitución a fin de concentrar el poder. En Ecuador, una investigación reciente mostró que el crimen organizado se había infiltrado en el sistema penitenciario.

A pesar de las teorías conspirativas y la desinformación, es relativamente fácil seguir el hilo de las carreras electorales: hay candidatos, conteo de votos y ganadores y perdedores. Pero, como observa Amanda, también vale la pena prestar tanta atención a la salud institucional como al desempeño de las contiendas electorales.

P. D.: Hablando de votaciones, Taiwán eligió presidente. Esto es lo que hay que saber.


El presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, y su vicepresidenta, Karin Herrera, saludan a los asistentes desde el balcón del Palacio Nacional para celebrar su toma de posesión. Daniele Volpe para The New York Time.

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