De todas las calamidades que vamos a tener en agenda el año que entra (la revocación de AMLO, la ELECCIÓN DEL PRÓXIMO GOBERNADOR, la construcción del Tren Maya hasta Tulum), ninguna tan afrentosa y frustrante como el proceso de calificación para el Mundial de Futbol de Qatar 2022.
Ese es síntoma inequívoco de la decadencia nacional. Cuando yo era niño, sabíamos que los gringos nos ganaban en todo, menos en fútbol, y esa certeza era como un elixir restaurador de nuestra siempre vapuleada identidad nacional. Mas ahora resulta que son el enemigo a vencer, que nos planchan las más de las veces, y para colmo, que un equipucho como Canadá ha seguido el mal ejemplo y nos tiene al borde de la eliminación.
De verdad se necesita ser masoquista para irle a México. En busca de excusas metafísicas, un amigo sostiene que somos un equipo que se metamorfosea de acuerdo al rival: si jugamos contra uno bueno, nos crecemos y damos la batalla, pero si tenemos enfrente uno malo, jugamos pésimo (para darle chance). EL ASUNTO ES QUE PERDEMOS CON DOLOROSA FRECUENCIA, CONTRA BUENOS Y CONTRA MALOS, Y QUE LAS LAMENTABLES EXCUSAS DE TÉCNICOS, JUGADORES Y COMENTARISTAS DE TELEVISA SOLO SIRVEN PARA ECHARLE SAL A LA HERIDA.
Yo creo que la 4T debería de tomar cartas en el asunto. Si quiere pasar a la historia como bienhechora, que el Peje nombre por decreto al técnico nacional (mi candidato sería el doctor López-Gatell). Vamos a seguir perdiendo, qué duda cabe, pero en las mañaneras tendríamos un justo y reparador consuelo porque, como siempre, él tendrá otros datos.