No lo pueden decir en voz alta, con todas sus letras, pero los gobiernos del mundo arribaron a la misma conclusión: que se enferme quien se tenga que enfermar, que se muera quien se tenga que morir, pero la economía no se vuelve a cerrar, pase lo que pase
(Tope donde tope, diría la 4T). Esa cruda postura, aunque tampoco lo acepta nadie, aunque nadie diga esta boca es mía, está respaldada en forma abrumadora por la gente, por la masa no tan silenciosa, por la muchedumbre que atesta los aviones, las playas, las calles, las fiestas clandestinas, los antros tolerados.
(El pueblo sabio, diría la 4T). Ya estuvo bueno: esa es la consigna. Estamos hartos de tanto encierro, asqueados de tanta mentira, escamados de tanta vacuna, atarantados e incrédulos ante tanto pronóstico, lo mismo da sin son certeros o huecos, nos vale gorro si vienen más oleadas, más mutaciones del pinche bicho, más apocalipsis.
Por primera vez en mucho tiempo, pueblo y gobierno comulgan en el mismo altar hostia: fuera el tapabocas, nada de sana distancia, bienvenida la resurrección de los vivos, porque la de los muertos nos tiene sin cuidado.(Me canso ganso, diría la 4T).
