Saumya Khandelwal para The New York Times
Hay furor por las prendas de algodón cultivado sin pesticidas, fertilizantes ni semillas modificadas genéticamente. Pero la demanda ha creado un mercado fraudulento de certificación en India.
MICHAEL KORS vende sus sudaderas de algodón orgánico y poliéster reciclado para mujeres x 25 us más que sus sudaderas de algodón convencional. Urban Outfitters ofrece pantalones deportivos orgánicos que cuestan 46 us más que un par equivalente de pantalones deportivos de algodón convencional. Y la camiseta de Tommy Hilfiger para hombre cuesta 3 dólares más que su homóloga convencional.
“Este producto contiene algodón orgánico certificado de forma independiente, cultivado sin pesticidas químicos, fertilizantes químicos ni semillas modificadas genéticamente”, se lee en la descripción del producto.
Como la industria de la moda está pregonando sus compromisos de sostenibilidad, esas etiquetas son tanto un medio de señalización de valor como un señuelo para los consumidores dispuestos a pagar más por actuar mejor.
SOLO HAY UN PROBLEMA: GRAN PARTE DEL “ALGODÓN ORGÁNICO” QUE LLEGA A LOS ESTANTES DE LAS TIENDAS QUIZÁ NO SEA REALMENTE ORGÁNICO.
El mayor productor de algodón orgánico del mundo es India, cuyo suministro representa la mitad del algodón orgánico vendido.
Según Textile Exchange, uno de los principales promotores de la agricultura ecológica,
Saumya Khandelwal para The New York Times
Sin embargo, gran parte de ese crecimiento es falso, dicen los indios que abastecen, procesan y cultivan el algodón orgánico.
En los últimos meses, la credibilidad de estas agencias de inspección ha quedado destruida. En noviembre, la Unión Europea votó para dejar de admitir las exportaciones ecológicas indias certificadas por las principales empresas responsables del algodón ecológico: Control Union, EcoCert y OneCert.
Crispin Argento, fundador de Sourcery, empresa de consultoría que ayuda a las marcas a abastecerse de algodón orgánico, ha pasado el último año junto con su equipo buscando algodón orgánico, solo para ver cómo los proveedores desaparecen cuando empiezan a pedir pruebas de autenticidad.
Calcula que entre la mitad y las cuatro quintas partes de lo que se vende como algodón orgánico de India no es auténtico. Y casi toda la cadena de suministro participa en lo que él llama un juego de “humo y espejos”.
Saumya Khandelwal para The New York Times
MICHAEL KORS Y URBAN OUTFITTERS NO RESPONDIERON A LOS CORREOS ELECTRÓNICOS EN LOS QUE SE LES PEDÍA COMENTARAN SOBRE SU ABASTECIMIENTO DE ALGODÓN ORGÁNICO.
El gobierno de India podría compartir la cantidad de algodón orgánico que se mueve a través de la cadena de suministro, lo que permitiría a los organismos de control verificar que el volumen de algodón orgánico que se cosecha en los campos coincide con el volumen que se exporta. No lo hace, y tampoco lo hacen los organismos de inspección, como Control Union.
En cuanto a esos agricultores, decenas de los cuales fueron visitados por los reporteros del Times, pocos cultivaban algodón orgánico o sabían dónde podía encontrarse.