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¡Hasta que el cuerpo aguante!

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“Muchas flores y muchas veladoras. Un tamal que tenga mole (de Chiapas con ciruelas pasas, aceitunas y carne de pollo o cerdo) o un tamal de masa colada de Tabasco. De bebida, champán”… Así alguna vez respondí en una entrevista a propósito del Día de Muertos, y pensándolo otra vez así me gustaría ser recordado en un altar…

Ciertamente, ES LA IDIOSINCRACIA DEL MEXICANO, honrar la muerte y a sus difuntos con velas, flores, pero sobre todo con ¡comida y bebida!

En México se celebra el Día de Muertos los días 1 y 2 de noviembre, cuya máxima expresión la encontramos en los altares, que datan desde la era prehispánica, con influencia cristiana -tras la conquista española- presente hasta nuestros días.

Desde sus orígenes el ritual se conmemoraba en el noveno mes del calendario solar mexicano, y la celebración se prolongaba todo el mes.

Se dice que los indígenas conservaban los cráneos y los mostraban durante los rituales para simbolizar la muerte y el renacimiento, de acuerdo con la visión prehispánica, que consideraba que al morir comenzábamos un viaje a el Mictlán, reino de los muertos.

El viaje duraba 4 días, y al llegar, el viajero ofrecía obsequios a los señores del Mictlán, moradores eternos del recinto de los muertos. Los señores los enviaban a dar un viaje x 9 regiones, donde el muerto tenía un periodo de prueba de 4 años antes de continuar su vida en el Mictlán, donde finalmente tendrían su eterno descanso.

Es x ello la tradición de dejar objetos a los muertos para su trayecto y de las cosas que utilizaba en vida, que consta en los entierros prehispánicos. Y esto se emula en los altares con calaveritas de azúcar, pan de muerto, velas, agua, flores de cempasúchil, fruta, platillos y bebida favorita del difunto y fotografías sobre papel picado.

Un dato muy interesante es que el altar de muertos ES PROTEGIDO POR LA UNESCO COMO PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD.

Lo paradójico del asunto es que, HABLANDO AL CHILE, la idiosincracia mexicana también celebra los momentos mágicos de la vida con ¡velas, comida y bebida! Así que ¡a celebrarla hasta que el cuerpo aguante!

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