El mundo está imparable y la tecnología… también. Tanto que ya se ha incorporado al argot de la sexualidad una nueva palabra: technosexualidad.
Insisto, vivimos en el metaverso desde la aparición de los teléfonos inteligentes, que dieron paso a los sitios inmediatos de citas a la mano (o a metros), y así al “sexting” y todo lo que se ha construido en torno a éste, incluyendo el sitio Onlyfans.
La cuestión es que este tipo de preferencias -en incremento- van creando cada vez más vínculos con likes, emojis, personas irreales y ahora los creados por la inteligencia artificial.
Cada día parece más pesarnos la convivencia Téte a téte, tocarnos y acariciarnos a cuatro manos. Parece ya no excitar lo sugestivo… Todo ya se toma y prueba al ritmo de oprimir una tecla.
Las nuevas generaciones sobretodo se sienten más atraídas por la sexualidad tecnológica, que por la sexualidad carnal.
Su sexualidad la expresan con su tecnología, se sienten más excitados por la interacción a través de redes sociales y web cam que por una persona en su misma cama.
Y el desarrollo de la Inteligencia Artificial es todavía ¡peor! está ya creando “parejas virtuales” para complacer todo tipo de fantasías.
Habría que medir las consecuencias sociológicas y el desencadenamiento de todo tipo de trastornos que pudieran generar la technosexualidad si el mundo sigue adoptando todas las formas de la tecnología.
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