A sus 55 años, CANCÚN ha resultado sin duda alguna en una obra maestra… pero cargada y recargada de paradojas.
Obra maestra como un milagro económico para el país, empezando que su creación se debió en buena parte para pago de deuda externa. Junto con pegado ingreso de divisas, inversiones millonarias, contribución al PIB nacional, generación de desarrollo en el Sureste del país, generación de fuentes de empleo y semillero de empresas líderes en turismo y sostenibilidad.
Sin embargo, todo ello implicó muchas costes y cargas ambientales. También sociales.
No hubo un plan de desarrollo acorde a su acelerado crecimiento. Se rebasó. Tampoco ha habido una intención seria de actualizarlo de acuerdo con las necesidades ambientales que le exige su preservación.
Miopía y ambiciones personales de muchos gobernantes, han marcado su destino. Siguen las autorizaciones para continuar con la sobredensidad en Zona Hotelera con un fuerte coste en movilidad y en servicios, además de contaminación.
No ha habido un plan a futuro, y con cierto dejó de preocupación se abordan temas tan elementales como diagnóstico del manto freático, recuperación de arenales y mitigación de sargazo. Todos, principales activos del destino + importante de México y LATAM.
Ciertamente, se han saldado deudas añejas y en tiempo récord: renovación de la carretera-avenida Luis Donaldo Colosio, el puente sobre la laguna, la ampliación de la avenida Chacmool.
Pero todavía hay una grandísima deuda: la seguridad, un tema también nacional, que no se debe tomar como pretexto. Hay que blindar nuestros destinos.
Los gobernantes ya no pueden estar más preocupados en defender sus dogmas que en garantizar la viabilidad del destino y solucionar las necesidades.
Ciertamente, no todo se resuelve con una visión de Estado, en algunos casos sería también preferible una visión Empresarial.
Ambos, gobierno y empresarios, están condenados a entenderse por razones estrictamente de funcionalidad, de operatividad, de desarrollo compartido como rezan los slogans propagandí
Los Cabos, otro de los Centros Integralmente Planeados como Cancún, han aprendido de ello y con extremo éxito en el tema de seguridad y de promoción.
CANCÚN ha sido el niño de oro de México. Se exige su cuidado extremo, sin titubeos ni tibiezas. La competencia turística nos está rebasando. No podemos seguir siendo arrogantes ante la riqueza que el destino otorga al mundo. Muchos destinos están despertando y revelándose como serios y mayúsculos competidores.