La seducción es, sin duda, el ingrediente más afrodisíaco en las artes amatorias. Sin embargo, un recurso subvaluado en nuestra época. Veamos. Apps de “matchs” como Tinder han reducido la seducción a un simple desplazamiento a la derecha de la pantalla de un celular, y a fotos -en muchas ocasiones súper trabajadas- que rebasan la realidad.
Cada vez más lejos quedan los “ligues” téte a tète, esos de miradas, recaditos en papelitos y la clásica rosa…
Y hasta en el reino animal, el cortejo es un ritual que practican muchas especies a través de la cual el macho generalmente-, seduce a una hembra para aparearse, y de acuerdo con su destreza es recibido o rechazado.
Por tanto, la seducción no puede ser automatizada, es un verdadero arte que requiere de humanización, y situaciones como la pandemia lo están demostrando.
Meses de aislamiento han dado paso al “extrañamiento” de abrazos, besos, miradas, caricias, un poderoso cóctel afrodisíaco… Porque si bien el mundo ha cambiado, la seducción no la concebimos que se puede resumir a un simple “click”….