Alguna vez te has preguntado sobre la relación que tienes con los demás. O mejor aún, ¿cuáles son las fuentes externas e internas de donde te nutres de amor (relaciones, instantes, pasatiempos, actividades, lugares, fuentes divinas, etcétera)?
Casi siempre nos relacionamos desde nuestras carencias, creencias, culturas o religión. De ahí creamos una percepción, y ésta es creada a partir de lo que aprendimos y vivimos desde que nacimos, y desde ahí no nos permitimos explorar la gran dimensión de la palabra AMOR.
Todos los seres humanos estamos constantemente negociando el amor con los que nos rodean.
Tal vez cuando eras un niño te tocó portarte mal y tus padres fueron muy duros contigo, y entonces empezó la creencia (domesticación) de que el amor y la aceptación de tus padres la tenías si te portabas bien y hacías lo correcto.
Y así podría haber mil historias de las que vivimos, que nos fueron formando una manera de obtener o recibir el amor de los demás.
Sin embargo, existen fuentes inagotables para dar amor, y cuando más lo entregas sin miedo, el Universo te lo devolverá en formas inimaginables.
Nuestra conexión con el resto es total, de ahí lo que pensemos, hagamos o digamos repercute en los demás, por simple que sea un gesto, una ayuda, una sonrisa, una mirada de aceptación, un trato de compasión, y todo ello es un regalo tuyo a la bendita existencia y al Universo.
Si reflexionamos sobre esto, podemos descubrir que en el fondo el sentido de nuestras vidas es el AMOR.