Diego Fonseca
New York Times
POCOS SÍMBOLOS SE HAN UBICADO CON TANTA FACILIDAD en el centro de nuestras guerritas culturales como el tapabocas. Abundan ciudadanos y líderes que las desdeñan, debaten su utilidad y rechazan que un pedazo de tela afecte su individualidad.
A LOS PRESIDENTES NECIOS, denles la espalda.
Desobedézcanlos, confróntenlos: están equivocados. E inviten a cubrirse a quien vive a pie de calle, una y otra vez. Si usted es de los que cree que la máscara es una exageración, sepa que el pez muere por la boca: piense 2 veces antes de cometer la tontería voluntaria de dejarla descubierta.
No cierre el pico, si lo desea, pero tápese la boca. Con el barbijo puesto su gruñido también se oye.