En 2007 nació la iniciativa #sinmaíznohaypaís, la cual sigue vigente y demanda atención por parte del gobierno al campo mexicano.
A través de esta iniciativa se solicitan alternativas para una agricultura sustentable que beneficie a todos y en la cual se ponen sobre la mesa temas importantes como: alimentación, comunicación, política pública y transgénicos.
Históricamente, los aztecas fueron los que crearon y desarrollaron el sistema de la milpa. Tenían un amplio conocimiento de la agricultura. Ellos eran un pueblo autosuficiente, bien nutrido y muy fuerte.
Como bien dice mi admirable amiga y activista Cristina Barros: “A nosotros como ciudadanos de México lo que nos compete es defender activamente nuestro derecho a comer alimentos sanos y en particular una tortilla sana, con maíz de buena calidad y libre de agrotóxicos (asociados al cultivo de transgénicos como el glifosato), pues este es nuestro principal alimento, peor sobre todo nos atañe defender nuestra soberanía”.
“Hay que aprender del maíz, de la milpa, de los campesinos y del campo mexicano porque son el corazón de México… Cada vez que se encuentra uno con un alimento se puede reconstruir la historia del país, como es el caso del maíz”.
El maíz y al como lo conocemos, es el legado de aquellas etnias que lo domesticaron hace más de 8 mil años, el grano de los dioses —el teocinte: una planta flacucha, amarilla pálida— hasta lograr la impresionante variedad de 60 mazorcas nativas que habitan en el México de hoy.
El maíz constituyen pues una riqueza genética enorme para el patrimonio alimentario y la soberanía de un país que no tiene que depender de productores o semillas extranjeras (las transgénicas).
Y unámonos sociedad toda a la campaña nacional “Sin Maíz, no hay País” para la protección de la diversidad de las miles de variedades de maíces nativos mexicanos, por la soberanía y la autosuficiencia alimentaria, ¡HABLANDO AL CHILE!