El año 2022 fue un año raíz, un año emocional, un año que nos invitó a entrar en contacto con nuestras emociones, a respirarlas, a validarlas, a abrazarlas y hacernos cargo de ellas
Estamos por concluir 2022 y aún estamos a tiempo de hacer una introspección para reconocerlas y aceptarlas sin juzgarlas.
El mundo emocional es complejo, porque en determinadas situaciones nos lleva a huir, evitar, congelar o esconder nuestras emociones.
Particularmente cuando se trata de cosas negativas (ruptura amorosa, pérdida de un ser querido e incluso pérdida laboral) es cuando intentamos evadir el dolor. Hagamos de ello un duelo: lloremos, enfurezcámonos, resignémonos.
Estamos a tiempo de aprender a reconocerlas y, mejor aún, comunicarlas como un proceso sano de comunicación emocional.
Así que si hemos trabajado bien las emociones, vamos a entrar con mejor pie al nuevo año, soltando, sanando y reconciliarnos también con nuestro pasado, para vivir sanamente nuestro presente y ¡2023!
RESETEO:
Lee en voz alta:
Me desprendo, limpio y transformo mis emociones. Y cuando las transformo me conecto con la maestría de mi vida.