¿Quiénes son mis musas?… Las mujeres y… mi madre…. Y …¿ mi obsesión? todas las recetas anónimas de esas mujeres que he conocido en mi vida…. DE ELLAS HE APRENDIDO LA ENTREGA ABSOLUTA A LA COCINA MEXICANA.
Cuando niño fui muy religioso, iba a ser sacerdote… Me decepcioné de la religión. Sin embargo. decidí que ese celibato, esa devoción y preceptos que se le pueden dedicar a Dios, se los dedicaría a la cocina mexicana como a esas mujeres benditas, bendecidas, que me sedujeron también con una pasión infinita.
¿Me consideré entonces misionero?
Sí, un misionero sin el llamado del “Señor”. Me casé con la cocina mexicana, con la que procreé 12 hijos -libros-, arrastrado por la tentación de esas fatal woman, todas hechiceras consagradas…
La primera mi madre tabasqueña, cuyas entrañas me condujeron profundamente a la gastronomía del sureste mexicano. Así fue que mi infancia estuvo marcada por platos de mi hogar elaborados con esa magia al borde de la locura: pejelagarto asado, pato de arroz, sopa de pescado con momo y tamales de masa colada.
Después recorrí territorio, como ningún otro… En esos viajes al inframundo de nuestra tierra, encontré hadas, brujas, hechiceras, monjas, que me dieron pócimas con las que leí y traduje la cocina de cada rincón de MÉXICO. Algunas me permitieron publicar sus secretos, como una mujer de Champotón.
HE APRENDIDO DE RITUALES, incluso algunos con GUIÑOS SEXUALES, HIERBAS, CONDIMENTOS, FÓRMULAS, CON LOS QUE ME HE PERMITIDO EXPERIMENTAR PARA TRATAR DE ENCONTRAR EL MARIPOSEO, COMO ASÍ LO SUPONE TODO ENAMORAMIENTO…. y también todo affair. Gracias mujeres por seducirme al arte del éxtasis orgásmico culinario mexicano.
