La opinión pública atribuye a Cancún y Quintana Roo un conjunto de valores que se convierten en factor fundamental para sus intereses público – privados.
Es más, empresas e instituciones consideran la reputación como un bien de absoluta prioridad, aunque también se ha de señalar que todos continúan a la espera de un Estado que carece de los resortes necesarios, también en materia de seguridad.
Ante esta realidad, evítese el “no pensar y arrinconar” la inseguridad, hecho que se está convirtiendo en actitud dominante sin olvidar que, se sigue avivando la discrepancia sobre la verdad/es de lo que acontece.
Se trata pues, de realidades y comportamientos que en nada benefician la reputación e imagen de Cancún – Quintana Roo y México.
Consideremos que la violencia e inseguridad premeditada y forjada por personas contra personas, es uno de los hechos que más repercusión negativa genera en cualquier parte del planeta.
Por el contrario, convendría resaltar la aportación estratégica de una seguridad con un claro componente humanitario, y su deriva económica y de convivencia.
En todo este contexto, deseo referirme a una reputación compuesta por elementos tangibles e intangibles, genéricos y específicos, con un empresariado vinculado al entorno y viceversa, donde se demandan iniciativas orquestadas mediante el desarrollo de unas buenas prácticas adicionales y con una fluida comunicación interno-externa.
Todo, con el objetivo de reducir diferencias entre el “cómo nos vemos” y el “cómo nos ven”.
Por ello, se vuelve fundamental un servicio de seguridad más y mejor adaptado, acompañado de otras áreas institucionales y con la aportación diferencial del sector turístico, ya que la reputación quintanarroense y mexicana está formada por un cúmulo de diferentes reputaciones que se enriquecen – empobrecen recíprocamente. Alimentémoslas con hechos y actitudes de clara positividad.
*Iñaki Garmendia Esnal. Experto en Seguridad Turística y Miembro del Comité de Expertos de la Organización Mundial del Turismo. OMT/UNWTO.