Iñaki Garmendia Esnal. Experto en Seguridad Turística y Miembro del Comité de Expertos de la Organización Mundial del Turismo. OMT/UNWTO.
Todos somos conscientes que gestionar la (in)seguridad es una tarea complicada por las condiciones en las que se desarrolla, la excitación con la que es analizada y el proceder de los que la ejecutan, aspectos que están diariamente en boca de todos.
Ante ello, están surgiendo iniciativas singulares como que los ingresos por entrada de turistas comiencen a ser gestionados por militares mediante una nueva “contabilidad institucional” que, en principio, no garantiza salida de crisis alguna.
Eso sí, interpreto que institucionalmente se va asumiendo que el turismo requiere de una “seguridad especial”, hecho que no es baladí pero todavía sigue siendo totalmente insuficiente. Reflexionemos, ¿estamos seguros que no hay posibilidad de desarrollar una seguridad más cercana y lógica en términos sociales y sectoriales?
Y es que, si se siguen con las meras actuaciones policial – militares, se irán consolidando realidades reactivas con pérdidas económicas y de valores.
Toca pues recuperar la excelencia de empresas y entornos, lo que supone un cambio radical en la visión corporativa y en los métodos de gestión.
Como primer paso, reconozcamos que la crisis de la calle forma parte de la crisis de nuestras compañías. A partir de ahí recapacitemos sobre el posicionamiento futuro como sector.
Sí, sí, sabemos que la seguridad gubernamental transita entre reacciones inesperadas y unidireccionales, ante ello el sector se ha de convertir en antídoto con argumentos que refuercen su posición y capacidad de convicción ante dichas posturas.
Debemos ir asumiendo “compromisos sorprendentes” para arrancar compromisos de mayor calado.
Y es que la calle, exige propuestas imaginativas con el mayor engarce posible entre la realidad y el actual desempeño de las funciones de seguridad.
Nos sorprenderíamos del alcance de nuestras propuestas. Cuestión de necesidad y calculada osadía.