En los últimos meses, con el saludable ánimo de provocar, suelto en las sobremesas un augurio perverso. ESTOY CONVENCIDO, DIGO, QUE ANDRÉS MANUEL SE VA A REELEGIR. MEXICO ADORA A LOS TIRANOS (los aztecas, Hernán Cortés, los virreyes, Santa Anna, Juárez, Don Porfirio, los priístas), y no va a permitir que tan aventajado aprendiz de dictador se vaya a La Chingada.
La bravata funciona: hasta mentadas de madre me he llevado por hocicón. De todo me argumentan para conjurar el sombrío presagio: que si la democracia (jaja), que los Estados Unidos jamás lo permitiría (jeje), que habría otra revolución (jiji), y las más socorrida, que el viejito ya no aguanta, que sus achaques ni siquiera le permitirán terminar su sexenio.
Desde luego, como no sea en plática de café, NINGUNO DE MIS CONTERTULIOS MOVERÁ UN DEDO PARA EVITAR LA PESADILLA ANUNCIADA. No sé si de verdad quiera, pero si quiere, AMLO apenas encontrará resistencia para mantenerse en el trono. Y sobra decirlo, lo que está aportando la parte contraria para evitarlo se reduce a una palabra: saliva.
