“Sentirnos agradecidos a la vida por lo que somos, prepararnos para afrontar la muerte, entender el significado del sufrimiento y la enfermedad, identificar un sentido en nuestras vidas, amar con empatía y sin esperar contrapartidas o aprender de las adversidades que, inevitablemente nos vamos encontrando, son aptitudes que todos podemos ir desarrollando desde nuestra + tierna infancia hasta el fin de nuestros días”, nos dice la psicóloga Rosa Rabbani.
Nada más cierto. El Día de los Santos Difuntos nos viene a recordar toda la luz y el valor que nuestra alma reclama para encontrar la paz.
Somos seres de luz, amorosos, valientes, libres, pero inevitablemente, debemos ordenarnos por fuera y por dentro para recobrar nuestra verdadera esencia, que es el amor hacia uno mismo para restablecer la luz de nuestro interior.
El amor es el alimento para nutrir cada célula y átomo de nuestro cuerpo. No hay fórmulas mágicas, sólo pensamientos e historias que nos contamos que debemos reprogramar cada día.
Elijamos pues todo aquello que nos dé paz. Elijamos el perdón y la amabilidad hacia nosotros mismos y hacia los demás, pues las experiencias, situaciones y personas que pasan por nuestra vida solo serán una extensión de nuestros pensamientos, creencias y la energía que de éstos empánanos.
Es cierto, todo llega para enseñarnos nuestras luz y sombra, pero apostemos por el primero, el AMOR para VIVIR EN PAZ y NO sólo DESCANSAR en paz.
- RESETEO:
- Repite: “Mi amor y mi luz brilla en cada una de mis células, en cada uno de mis átomos, en cada uno de mis cuerpos y me siento cómodo”.
